La pieza ausente – Pablo de Santis
Comencé a coleccionar rompecabezas cuando tenía quince años. Hoy no hay nadie en esta ciudad ‑dicen‑ más hábil que yo para armar esos juegos que exigen paciencia y obsesión. Seguir leyendo…
La pieza ausente – Pablo de Santis
Comencé a coleccionar rompecabezas cuando tenía quince años. Hoy no hay nadie en esta ciudad ‑dicen‑ más hábil que yo para armar esos juegos que exigen paciencia y obsesión. Seguir leyendo…
La Ondina – Hermanos Grimm.
Dos hermanos, una niña y un niño, jugaban una tarde al borde de un manantial, cuando de pronto cayeron adentro. En el fondo vivía una ondina, que les dijo:
– ¡Los atrapé! Ahora trabajarán para mí!
«La Ondina – Hermanos Grimm.» Seguir leyendo…
Celestina – Silvina Ocampo
Era la persona más importante de la casa. Manejaba la cocina y las llaves de las alacenas. Era necesario complacerla. Para que fuera feliz, había que darle malas noticias: esas noticias eran tónicos para su cuerpo, deleites para su espíritu.
Seguir leyendo: «Celestina – Silvina Ocampo»
El desbravador de mulas – Jorge Accame
Hasta los diez años no supe exactamente a qué se dedicaba mi padre. Íbamos de pueblo en pueblo por el Ramal, vagabundeando, alojándonos en pensiones o en casas de familia. Yo lo acompañaba a todos lados, pero nunca pude enterarme de cuál era su trabajo.
>Seguir leyendo: «el desbravador de mulas – Jorge Accame» Seguir leyendo…